La Casa Horadada se erige como fragmento de cantera, como refugio de un universo propio, esculpido con luces y vacíos. Dónde tres patios articulan la vivencia interior, permitiendo que la luz se cuele suavemente entre las paredes erosionadas, revelando la esencia horadada de este espacio íntimo. En cada rincón, la materialidad del hormigón visto se hace sentir, mientras los vacíos se transforman en lienzos donde la introspección personal toma forma. La vivencia se dirige hacia el interior, creando un diálogo constante entre la masa corpórea y el espíritu que la habita, haciendo sentir el exterior dentro.
“El gran espacio creado dentro de ella no sería visible desde fuera, pero los hombres que penetrarán en su corazón verían la luz del sol, de la luna, dentro de una montaña volcada al mar y al horizonte inalcanzable, necesario, inexistente”. Eduardo Chillida. Lugar de Encuentros